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martes, 23 de julio de 2013

CAPÍTULO 23 (FRAGMENTOS) CÓMO SE GESTA UN DEMENTE

-Señor Mejía, es su problema ¿Quién le mandó a presentar trabajos aerografiados? Aquí la costumbre se hace ley infalible, así es que póngase a disposición del proyecto y asuma lo que se le ha ordenado.
Impulsivo como siempre que tuve que acomodar mi vida, me di media vuelta al tiempo que mascullaba mi ira pensando “¿Para qué discutir con alguien que me responde semejante barbaridad?” Regresé a mi escritorio y redacté la carta de renuncia, la firmé y la presente a la gerencia de personal y recursos humanos ¡Listo! Mi renuncia, de carácter irrevocable, tan inapelable como la ley de la señora, se haría efectiva a partir del día siguiente. Finalizada mi jornada laboral iría a mi casa y no volvería nunca más a consagrarme a aquel centro de trabajo.
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Al tiempo que esperaba una propuesta atractiva, continuaba derrochando mis ahorros comiendo, bebiendo e invitando a mis amigos y familia a ser partícipes de mi despilfarro. Confiado de que mi proyecto de la revista infantil sería un éxito económico en poco tiempo, también descuidé a mis clientes, los que atendí como ilustrador free-lance...hasta perdí contacto con muchos de ellos. A comienzos de 1998 hice una consulta sobre mi cuenta de ahorros y me topé con la sorpresa de que estaba totalmente quebrado; apenas si tenía algo más de ciento sesenta dólares y ningún viso de empleo o trabajo.

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En medio de esas circunstancias abandoné por completo el consumo de drogas. Miré a mí alrededor y los amigos se habían esfumado, necesitaba fuerzas para soportar mis avatares. Fue entonces que levanté la mirada al cielo e imploré a Dios que me concediera paz ¡Y sí! En Él hallé la fortaleza para asumir cabalmente mi nueva condición. El agnosticismo del cual estuve convencido por tantos años quedó atrás dando paso al Oswaldo creyente. En la fe encontré respuestas a tantos vaivenes. Definitivamente mis oscilaciones entre el éxito y el fracaso no eran cosas de la fatalidad ni de la casualidad, algo más profundo había en este ir y venir, alguien digitaba mi existencia como si fuera una marioneta pues ¿Cómo explicar que poseyendo el don de la creatividad, la pasión por ella y el brío para triunfar, siempre terminara en un derrotero sin sentido? Reflexioné mucho sobre esta cuestión y en aquel tiempo comprendí… Sin aferrarme a ninguna iglesia, de las cuales tengo una pésima opinión, me dediqué a cultivar una estrecha relación con “EL GRAN HACEDOR DE VIDAS Y MUNDOS” y sin embargo…
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LLAMASTE Y NO...

Sólo su mercenaria tibieza y mi complicidad saben dónde quedó ese lugar que nuestra imaginación creó para hablar a solas de luces, colores, formas y fragancias que el implacable tiempo se encargará de enemistar con los gratos recuerdos para convertirlos en vapores distantes, ajenos y confusos en la lejanía.



1 comentario:

José Valle Valdés dijo...

Me resulta muy bien, de buena fluidez.

Abrazos